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El MAS turolense.

La evolución histórica del Maestrazgo, unida a una compleja orografía ha configurado unos paisajes singulares. La gran extensión de sus términos municipales ha dado como resultado un importante hábitat disperso, especialmente abundantes en las zonas más elevadas, a causa de las dificultades para explotar territorios tan alejados. Estas circunstancias son las que han configurado el habitat del Mas turolense, que desde los orígenes medievales se ha ido expandiendo.

El Mas turolense, además de un conjunto de edificaciones es un espacio que las rodea y que sirve de sustento a sus habitantes. Los cientos de masías que pueblan el Maestrazgo no son iguales, cada una corresponde a orígenes y funciones distintas Entre las construcciones más antiguas encontramos el Mas Fortificado, claro ejemplo de los orígenes medievales de este modelo de ocupación del territorio (algunos reconvertidos en interesantes hostales, apartamentos y restaurantes con encanto). A través de los siglos se incorporarán nuevas edificaciones alrededor de las primitivas torres, al tiempo que se levantarán nuevas construcciones que reflejan el paso del tiempo, llegando a constituir en algunos casos pequeños barrios en los que se edificarán también algunas capillas y finalmente algunas escuelas. Restringido a la explotación agropecuaria y en claro declive, este modelo de hábitat pervive todavía como parte fundamental de la articulación del espacio.

La piedra-seca.

Si el Mas o Masía han sido una de las formas fundamentales de ocupar el espacio en el Maestrazgo de Teruel, la dinámica del desarrollo demográfico llevó a apurar las estrategias de explotación del medio, en algunas zonas caracterizadas por la superabundancia de piedra, consecuencia de la desaparición de los escasos suelos, se ha construido un nuevo paisaje, completamente antrópico, es el paisaje de las paredes y casetas de piedra-seca, un amplio conjunto de obras, que rozan la ingeniería, en las que destacan las bóvedas de aproximación de hiladas de los términos municipales de Iglesuela del Cid, Mosqueruela y Cantavieja.

A lo largo de los últimos años se vienen definiendo líneas de protección y difusión y sensibilización sobre este importante patrimonio, habiendose declarado el Conjunto de Piedra Seca de La Iglesuela del Cid como Bien de Interés Cultural.

También destacamos el Camino de los Pilones, entre Allepuz y Villarroya, Conjunto de Interés Cultural que marcaba en época de nieves el camino real a los viajeros de antaño.

 
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