Tras la reconquista, Villarluengo protagonizó un intento fallido de repoblación por parte de la Orden del Santo Redentor, a la que fue donado por el rey Alfonso II, tras el fracaso de la cual pasará al Temple, quien otorgará carta de población en 1198. El río fue clave en su devenir histórico, siendo de especial interés la que en tiempos se convirtió en la primera fábrica de papel continuo de España, creada en 1789, en los terrenos que hoy ocupa el Hostal la Trucha. También hubo importantes industrias textiles. De Villarluengo depende el barrio de Montoro de Mezquita, que en el pasado fue un peculiar caso de señorío laico, rodeado de pueblos de las ordenes militares. El núcleo antiguo de Villarluengo se agrupa en torno al barrio de La Murada, antiguo recinto amurallado presidido por la iglesia parroquial. De mayor antigüedad es el ayuntamiento, obra del siglo XVI (fechada por la inscripción junto a un escudo en 1591). En las proximidades del pueblo está la ermita de San Bartolomé, obra barroca del siglo XVIII. El resto del término municipal está sembrado de masías fortificadas, entre ellas reseñar la de la Torre Santa. Dependiente de Villarluengo está la localidad de Montoro, presidida por la silueta de la iglesia parroquial, obra de carácter popular y posible cronología barroca; en su término municipal está la ermita barroca de San Pedro, objeto de una importante romería.
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