No faltan los asentamientos prehistóricos en el término municipal de Mirambel, destacando el yacimiento ibérico de El Castellar. Recientes excavaciones arqueológicas han permitido también detectar ocupación prehistórica en el propio emplazamiento de la villa. Serán los caballeros templarios quienes, en 1243 le otorguen carta de población. Villa de marcado carácter fronterizo, servirá durante la Edad Media como puesto aduanero en el tránsito hacia Valencia. Esta población logra un gran protagonismo al quedar dentro del espacio controlado por el general Cabrera, durante la primera guerra carlista, en 1837 será lugar del enfrentamiento entre liberales y carlistas, pereciendo quemados dentro de la iglesia, buena parte de los primeros. Hablar del patrimonio de Mirambel es tratar de uno de los conjuntos arquitectónicos más conocidos de Aragón, cuenta con la condición de Bien de Interés Cultural y ha recibido el premio Europa Nostra de Restauración. Singularizando elementos podemos empezar por la plaza del ayuntamiento, edificio monumental que en la planta inferior, tras el gran zaguán, se encuentra la cárcel de cronología anterior, probablemente gótica. El ayuntamiento corresponde al siglo XVI. Frente a éste, la iglesia parroquial es una construcción barroca en la que destaca la solidez y elegancia de su torre. Completan el conjunto los restos del Castillo, recientemente recuperado. El resto del pueblo está ocupado por un sinnúmero de palacios, en el que destaca los que integran la plaza Aliaga. La arquitectura religiosa se completa con el Convento de monjas agustinas, sobre la muralla, en la calle Mayor; no nos podemos olvidar del conocido Portal de las Monjas. En el término municipal, abundan los elementos de interés: las masías fortificadas de Santa Ana y de la Torre, el puente Vallés, las ermitas de San Martín, del Pilar... y un sinnúmero de elementos y detalles arquitectónicos.
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